La Diosa Venus

La palabra “Venus” proviene directamente del sustantivo latino clásico venus, que expresa “amor”. Este sustantivo se usaba frecuentemente para demostrar amor o deseo especialmente sexual, también estaba directamente afín con la forma verbal venerari que denota “amar o reverenciar”, también la raíz de la palabra en inglés “venerate”.

Hay investigadores que han contemplado que “Venus” estaba concernida con la palabra latina venenum, un sustantivo que denota “veneno”, “poción”, “encanto” o quizás incluso “afrodisíaco” haciendo reseña a su aparente control sobre la intoxicación amorosa.

Venus pertenece a los Dioses romanos más importantes que existió, también se le conocía como diosa del amor, la belleza y la fertilidad, conocida en la mitología griega como Afrodita, a su vez se le asociaba con la diosa Astarté de los fenicios.

Esta deidad, jugaba un papel muy significativo en las fiestas y mitos religiosos de Roma, además se le conocía como la diosa de los jardines y los campos, debido a que por donde ella camina emerge la vida, las plantas crecen y las flores florecen.

La diosa romana Venus personifica todo lo vinculado al amor, la atención y cuidado maternal, la generación de descendencia a través del acto sexual y la pasión. Esta diosa era la más hermosa de todas las omnipotencias de la mitología romana, por lo que era deseaba tanto por los mortales como los dioses.

Al igual que el dios griego Apolo, la diosa Venus estaba caracterizada por tener una sexualidad considerablemente abierta y por supuesto esto le permitió tener amantes masculinos y femeninos por igual, así como también fue la protectora de los amantes y prostitutas, además de ser una figura significativa en la religión romana. La diosa Venus fue una adaptación de la diosa griega Afrodita con quien compartía una tradición mitológica.

Los romanos adoptaron a esta diosa en el siglo III a. C. ya casi en plena culminación de las guerras púnicas (entre los siglos II y III a. C.), en ese entonces los romanos decidieron consultar al oráculo que para ese entonces le sugirió que pidieran ayuda a la diosa Venus con la finalidad de asegurar la victoria sobre cartagineses (esta diosa era considerada protectora de la ciudad de Cartago). Su adoración por los romanos alcanzó su punto máximo luego de traer hacia ellos la victoria, y así permaneció hasta el surgimiento del cristianismo en el siglo IV d.C.

Adicionalmente, la diosa Venus también fue celebrada como la madre de Eneas el antepasado de Rómulo quien fuera el precursor de Roma. Posteriormente, Julio César vinculó públicamente la herencia de su familia a la línea materna de la diosa, convirtiendo a Venus en la progenitora de la primera dinastía imperial romana.

La Diosa Hécate

Diosa de las encrucijadas y guardiana de la frontera entre el mundo de los humanos y espíritus, la imagen de Hécate con el tiempo fue utilizada para alejar los malos espíritus de las casas.

Ciertas historias la hacen hija de Zeus, hermana de Afrodita.

Ambas deidades se consagran como diosas de la noche y las tierras inexploradas, mientras Afrodita simboliza el esplendor de la noche, Hécate simboliza el terror de la oscuridad.

Hécate es una diosa con origen arcaico y muy compleja y misteriosa puesto que sus atributos fueron cambiando con el tiempo, siendo asimilada con otras diosas.

Hesíodo la presenta como hija de Asteria y Perses, descendiente directa de la generación de la los Titanes e independiente del panteón Olímpico.

Zeus reconoce sus poderes y sus antiguos privilegios. Extendía su benevolencia a todos los hombres concediendo los favores que se le piden en todos los ámbitos (prosperidad material, don de la elocuencia, victoria en las batallas y juegos, etc.) pues su poder es inmenso.

Con el tiempo, la anterior Hécate se difumina y aparece una Hécate oscura e inquietante vinculada al mundo de las sombras. A diferencia de Artemisa, que representaba la luz lunar y el esplendor de la noche, Hécate representaba su oscuridad y sus terrores.

Se creía que, en las noches sin luna, ella vagaba por la tierra con una jauría de perros fantasmales y aulladores que precedían su aparición. Ella enviaba a los humanos los terrores nocturnos, apariciones de fantasmas y espectros como Empusa, que comía carne humana, tenía un pie de bronce, presentaba toda clase de formas y se aparecía especialmente a niños y mujeres para asustarlos.

Hécate era la diosa de la hechicería y lo arcano, y la veneraban especialmente magos y brujas, quienes le ofrecían en sacrificio corderos y perros negros al final de cada lunación. A estos se les aparecía con una antorcha en la mano o en forma de distintos animales: yegua, perra, loba, etc.

Sin embargo los marinos la consideraban su numen titular y le pedían que les asegurase buenas travesías.

Los romanos la identificaron con Trivia cuya efigie presidía las encrucijadas de los caminos, lugares vinculados con la magia. Se creía que Hécate y su jauría de perros aparecían en esos espacios apartados, que eran para los viajeros lugares demoníacos y espectrales. Allí se levantaban estatuas en forma de una mujer de triple cuerpo o bien tricéfala. Eran muy abundantes, antiguamente, en los campos, y a su pie se depositaban ofrendas.

Hécate se unió primero a Forcis y fue madre del monstruo Escila; después a Eetes, de quien obtuvo a Circe y a Medea.

Según la versión del mito estas últimas aparecen como hermanas o sobrinas. Asimilada a Artemisa, se la representa como una joven con peplo y llevando sobre la frente el creciente lunar (o la diadema cilíndrica denominada polos) y una o dos antorchas en las manos.

El arte representa también a Hécate a menudo con tres cuerpos o tres cabezas y con serpientes entrelazadas alrededor de su cuello ya que es una divinidad triforme: lunar, infernal y marina.

La mitología también nos habla a veces de Hécate como una de las diosas menos conocidas, hija menor de Zeus, que había sido diosa de la Luna. En el Hades gozaba de gran autoridad, porque era conocida como la reina invencible y presidía las ceremonias de expiación y purificación de las sombras a las que se les permitía reparar las malas acciones de su vida pasada. Ferea era un sobrenombre de Hécate.

Simbología: Los cipreses estaban asociados a la muerte, y siguen estando presentes en los cementerios del área mediterránea. Estaban consagrados a Hécate, la diosa de la muerte, en otra época diosa de la Luna.
Fuente:https://mitosyleyendascr.com/mitologia-griega/hecate/