Los espejos tienen un lugar de gran importancia en la vida de las personas desde hace siglos. ¿Quién no tiene un espejo colgado en la pared del baño? ¿quien no utiliza los reflejos de alguna ventana a veces para comprobar su imágen? Y es que se nos ha vuelto un objeto tan cotidiano que a veces olvidamos lo fascinante que es. La naturaleza de la imagen especular es inquietante… refleja el mundo que se le pone enfrente, pero lo hace al revés. Dice la verdad…invertida. ¿Es ese tu rostro? ¿realmente eres tú el que está del otro lado? Cada vez que miramos el espejo surge una sensación de identificación y a la vez de extrañeza…
El antropólogo Edmund Carpenter descubrió que en una tribu de Nueva Guinea no conocían los espejos; su experimento consistió en enfrentar a los “Biami” a su propio reflejo… las reacciones fueron de espanto y terror y un gradual reconocimiento posterior.
En el siglo XIX el sociólogo charles H. Cooley configuró la teoría de que la identidad se construye en la infancia a través de la interacción social y creó el concepto de “yo especular” según el cual nuestra idea de nosotros mismos es un reflejo de cómo nos ven los demás.
Existen muchas tradiciones relacionadas a los espejos. La más popular es que si un espejo se rompe vendrán siete años de mala suerte, otra es la tradición de quitar o dar vuelta todos los espejos de la casa cuando alguien está muy enfermo o próximo a morir. Esta costumbre proviene de la creencia de que el reflejo de una persona en una superficie es su alma, por lo que los antiguos temían por sus almas al reflejarse en los lagos por los espíritus del agua que allí habitaban. También existe la creencia de que si se rompe un espejo sin que nadie lo toque es señal de que la muerte está cerca del hogar. Algunos de los «antídotos» contra estos males es echar los trozos del espejo en una corriente de agua que se dirija hacia el sur o si no enterrarlos.
Los chinos tenían la costumbre de colgar espejos en las casas para ahuyentar a los malos espíritus. Los aztecas protegían sus hogares de las brujas por la noche dejando un cuchillo en un cuenco de agua en la entrada y en Europa a principios de siglo XVII estaba de moda llevar espejos dentro de los sombreros para evitar los rayos del mal de ojo. No hay cultura que no tenga entre sus historias un espejo con el cual ver el futuro, ingresar a otros mundos o comunicarse con el alma de los muertos.